El Flandes Indiano de Diego de Rosales:

Un monumento invisible

Injustamente conocida sólo por unos pocos, esta obra puede ser leída como tratado de geografía, de filosofía, etnografía, una historia política, una obra de denuncia, un relato de aventuras o un libro de memorias. Pero no nos despistemos: el tema fundamental de este texto fue denunciar la esclavitud indígena de una forma que desafía simplificaciones y lugares comunes.

Un eminente americanista sostuvo hace poco que la historia de Chile durante el siglo XVII era un periodo relativamente inexplorado y si bien esta afirmación podrá ser discutible, sirve de aliciente para conocer una época sobre la que existe una enorme cantidad de documentos y en la que se escribieron muchos libros sorprendentes. Entre todos estos escritos sobresale con ventaja la Historia General de Diego de Rosales, considerado por algunos como el mejor libro escrito sobre Chile en el periodo colonial, y, en mi opinión, uno de los mejores de toda la historia de la literatura chilena. Sin embargo, pese a esto, la Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano -su título completo- ha tenido mala suerte y no ha contado con la difusión y circulación que merece, tratándose de un libro virtualmente desconocido.

Hoy se encuentra fuera de comercio, ya que las únicas dos ediciones completas que existen, la primera de 1877-1878 y otra de 1989, sólo están en el mercado de libros usados donde alcanzan precios altísimos, lo que confirma su escasez. Actualmente se prepara una nueva edición crítica por los especialistas Miguel Donoso, Rafael Gaune y Claudio Rolle, que tal vez vuelva a poner esta obra maestra de la historia de Chile a disposición del público, ojalá no sólo académico. En los últimos años han aparecido otras obras de Rosales como su Manifiesto apologético de los daños de la esclavitud y un Sumario de su Historia General. El historiador Rafael Gaune acaba de publicar un estudio dedicado a su vida y obra, y todo esto debiera contribuir a que el legado de este jesuita tenga la presencia que se merece. Sin embargo, creo que el problema de la Historia General de Rosales no se reduce a lamentar que esta obra necesaria y excepcional no esté disponible en librerías, tomando en cuenta el paupérrimo escenario actual de las publicaciones de historia en Chile; intuyo que aquí ha pasado algo peor y me atrevería a decir que este libro prácticamente no ha sido leído más allá de un reducido círculo de especialistas.

 

Hazaña editorial

 

La historia de la publicación de este libro entrega algunos indicios que confirman mis sospechas. La primera edición estuvo a cargo de Benjamín Vicuña Mackenna, quien compró el manuscrito de Rosales en España luego de muchas gestiones y se decidió a publicarlo, cumpliendo lo que llamó el “fin altamente patriótico” de dar a conocer “la más vasta y fundamental historia de nuestro país”. Sin embargo, no tuvo el respaldo de las autoridades ni de la universidad, y lamentó no poder contar con algo más de los recursos que entonces se destinaban a financiar publicaciones de autores extranjeros o latosas memorias ministeriales. Para publicarla inventó un sistema de suscripciones que según él tuvo una “adhesión noble y calurosa” en provincias, pero no en Santiago, manifestando que la diferencia de interés que había entre los lectores de la capital y provincias era de 100 suscripciones a una. El gobierno, según Vicuña Mackenna, no compró ninguna suscripción y en la Universidad de Chile sólo vendió diez.

La segunda edición de este título se debió a la iniciativa de Mario Góngora y también tuvo sus contratiempos, considerando que el proyecto de edición empezó entre 1971 y 1972 y se publicó
recién en 1989 en una edición de mil ejemplares prolijamente encuadernados, pero impresos en ese papel de Biblia que suelen tener los libros que amueblan una pieza pero que nadie lee.
A pesar de todos estos obstáculos, las más de mil páginas de esta historia se leen de un tirón porque Rosales fue un narrador hábil capaz de armar un relato con nervio y energía, y una sorprendente predilección por el detalle que delata a un artista. Cuenta, por ejemplo, que Pedro de Valdivia tenía a un monito como mascota y que el maestre de campo, Alonso González de Nájera, perdió en el camino, en pleno frente de batalla “muchos libros de matemáticas, ciencia en que era muy entendido”.

 

La piedra del escándalo

 

Uno de los primeros comentarios que se hicieron sobre esta publicación, unos versos del oficial de la Real Hacienda, Gerónimo Hurtado de Mendoza, observaron que una de sus características más llamativas era que se tratara de un libro abierto: “Al fin en esta tabla peregrina/hallarás, oh lector, aquella parte/a que tu propio natural te inclina”. La obra de Rosales puede ser al mismo tiempo un tratado de geografía, de filosofía natural, etnografía, una historia política del reino y sus gobernadores, una obra de denuncia, un relato de aventuras y un libro de memorias. Puede aplicársele el calificativo con que Henry James motejó a las gigantescas novelas victorianas de Dickens, Collins y George Eliot como “monstruos holgados y dispersos”, porque en esta historia hay de todo y para todos. Sin embargo, todo esto no alcanza a despistar al lector del tema fundamental de esta obra: denunciar la esclavitud indígena. Ya que para Rosales como para muchos otros -a excepción de Ovalle, que lo negó- este abuso fue “la piedra del escándalo” y la principal causa de esta guerra eterna y brutal. Son “nuestros pecados los que nos hacen la guerra”, sostuvo, aludiendo al servicio personal indígena y la trata de esclavos, capturados en guerra o raptados sin ninguna justificación.

Cuando Vicuña Mackenna publicó este libro lo presentó como un verdadero “monumento nacional” y es curioso que ese mismo año asumiera como intendente de Santiago y que la “ciudad propia” comenzara a poblarse de estatuas. Esta idea del libro monumento recuerda la reflexión del escritor alemán Robert Musil, quien escribió que “no hay nada en el mundo más invisible que un monumento”. Para él esta desaparición se debía a que la gente se acostumbraba a ellos o bien a que éstos se encontraban impregnados de algo que repelía nuestra atención, escurriéndose nuestra vista e ignorándolos por completo. Algo similar podría pasar con este “libro monumento” que junto con relatar maravillas y prodigios; la abundancia y riqueza de un reino, cuenta los desastres de la guerra y muchas cosas que repugnan como esclavitud, hambre y una larga cadena de afrentas y venganzas reciprocas, malocas indígenas a cambio de campeadas españolas y viceversa, hasta las náuseas.

Historia General del Reyno de Chile Flandes, Imprenta del Mercurio, 1877

Un círculo envilecido

 

Rosales llamó a este reino un “Flandes Indiano”, no sólo porque en la guerra peleaban muchos españoles veteranos de Flandes, sino también porque era una guerra confusa y prolongada, y en varios aspectos se trató de una guerra civil. La narración de esta tierra a veces recuerda a la novela El Corazón de las tinieblas de Joseph Conrad y a la película Apocalypse Now de Francis Ford Coppola y mezclando la esclavitud con la guerra en un círculo envilecido. Españoles persiguiendo a indios e indias de todas las edades para hacerlos esclavos; indios amigos persiguiendo indios rebeldes para castigarlos; indios capturando españolas para hacerlas esclavas; indios capturando a otros para venderlos como esclavos a los españoles, etcétera. La comparación de todo este horror con la novela y la película llega al extremo cuando Rosales relata el caso de dos holandeses fugados de la expedición de Hendrick Brouwer que se reúnen junto a un negro, también prófugo, y se refugian en una isla en medio del lago Epulafquén, en la otra banda de la cordillera de los Andes, donde acaudillan a una tribu de pehuenches a quienes capitaneaban en malocas contra indios y españoles.

Todo esto que puede repeler nuestra atención haciendo de este libro un monumento invisible, es precisamente donde radica su principal valor, conformando una visión histórica que desafía cualquier simplificación. Ahí radica también su especial vigencia e incluso urgencia. Pero para eso hay que partir por leerlo.

Compartir
Hashtag

Relacionadas