AMNESIA CULTURAL
RETRATOS DEL SIGLO XX PARA RECORDAR Y OLVIDAR
ESTE TÍTULO DE CLIVE JAMES ES UNA PECULIAR FORMA DE BIOGRAFÍA INTELECTUAL Y AL MISMO TIEMPO UNA REVISIÓN DE UN PERIODO LÚGUBRE Y CARNICERO QUE PRODUJO UNA GRAN CANTIDAD DE OBRAS ARTÍSTICAS E INTELECTUALES NOTABLES. UNA ESPECIE DE CRÓNICA DE UN LARGO PROCESO DE APRENDIZAJE PERSONAL CON UN MARCADO CARÁCTER POLÍTICO Y CLARAS INTENCIONES DE CAUSAR CONTROVERSIA.
Clive James (1933-2019) fue un escritor particular, y no se me ocurren casos semejantes de la cultura hispanoamericana que ayuden a presentarlo. No es común en nuestra tradición que un escritor se despliegue en tantos géneros, como el ensayo, la crítica, novela, autobiografía y poesía y que en ellos desarrolle intereses que vayan del mundo pop de la tele, el deporte, la música y el cine a lo que se conoce como alta cultura.
Fue además por muchos años no sólo un influyente crítico de televisión, sino también una personalidad de la misma, lo que lo convirtió en una celebridad muy atípica. Fue un escritor inteligente y divertido, un hombre sonriente en un mundo con el ceño fruncido. Una década antes de morir publicó su libro “Amnesia Cultural, notas al margen de mi tiempo”, que puede tomarse como una suma de sus inquietudes y una muestra de la asiduidad e intensidad con que las estudió. Es también una demostración de su estilo claro y cordial, de sus convicciones políticas y de su vocación por la polémica. “Amnesia Cultural”, un mamotreto de 850 páginas, es una galería de más de 60 perfiles o retratos de personajes -autores o artistas- que en su mayoría vivieron durante el siglo XX. No se trata de biografías completas porque generalmente las obras, anécdotas o citas de estos personajes desencadenan reflexiones periféricas que se alejan mucho de su punto de partida, al que finalmente regresan. La galería la forman héroes o heroínas del autor como Albert Camus, Nadezhda Mandelstam, Dick Cavett, Raymond Aron, Anna Akhmatova, Alfred Polgar o Marcel Proust y también sus bestias negras, como Sartre o Drieu la Rochelle. Están también los súper villanos aborrecidos por todos como Adolf Hitler o Joseph Goebbels. Algunos de estos nombres resultan conocidos, pero hay muchos otros que no lo son.
Clive James nació en Australia y se radicó en su juventud en Inglaterra, no olvidando nunca que su origen estaba en las antípodas, lo que pudo haberle dado una perspectiva cultural descentrada, lo que se demuestra en la galería de personajes de su libro, que son de procedencia muy variada: hay italianos, japoneses, alemanes y varios hispanoamericanos como Ernesto Sábato, Octavio Paz y Jorge Luis Borges. Su criterio para hacer su selección de personajes revela el carácter ecuménico de sus inquietudes, de manera que entre los eruditos Benedetto Croce y Ernst Curtius, viene Tony Curtis.
“Amnesia Cultural” es una peculiar forma de biografía intelectual y al mismo tiempo una revisión del siglo XX, un periodo lúgubre y carnicero que produjo una gran cantidad de obras artísticas e intelectuales notables. Sin embargo, el libro no es un abc cultural, ni pretende ser un panorama exhaustivo de cuánto hay que saber antes de morir. Es una especie de crónica de un largo proceso de aprendizaje personal con un marcado carácter político y claras intenciones de causar controversia. Si hubiera que marcar un eje en esta galería sería la resistencia que muchas de estas figuras opusieron a los totalitarismos del siglo XX o bien la humillación de otros que pusieron su talento al servicio de sistemas políticos que causaron la agonía de sus pueblos.
«La evidencia nos confirma que olvidamos tan rápido, hasta las novelas o el arte que más queremos. Es poco lo que podemos en realidad absorber de una obra y lograr que esto se quede con nosotros. No será mejor, se preguntó James, contentarnos con desarrollar el hábito de hacer pasar cosas buenas por nuestra mente y aprender a mejorarlas?”
Desde una perspectiva política, con este libro ha pasado algo curioso. Cuando se publicó, el año 2007, el autor se mostraba muy optimista respecto del destino político del planeta, que según señaló se estaba “volviendo una gran democracia liberal”. Más de una década después, este pronóstico parece haber sido en exceso optimista, la historia lejos de detenerse nos ha traído de regreso, para nuestro pesar, a varios de los fantasmas políticos del siglo pasado y la democracia liberal, en lugar de concitar un consenso unánime, necesita más apoyos que nunca.
Todo esto hace que este título parezca mucho más interesante hoy que antes. Que sea un libro deliberadamente político no implica que sea ideológico. Para James toda ideología no es otra cosa que una síntesis precipitada y su libro -preparado durante 40 años se presenta como una especie de antídoto para evitar toda síntesis prematura. Junto con sospechar de las ideologías, James va también a contrapelo de la academia, a la que en parte atribuye el debilitamiento de las humanidades. Considera que la ciencia, o mejor dicho a su lenguaje, les ha hecho a éstas un enorme daño, principalmente por culpa de los estudios culturales, que torpemente han tratado de copiar este lenguaje, alejándose de la gente y haciendo de la cultura algo inaccesible. En forma paralela estos mismos han convertido su trabajo en un culto hermético, del cual ellos son los médicos brujos que ponen a las humanidades al servicio de su promoción personal, buscando sólo el avance de sus carreras. Frente a esta visión de las humanidades “Amnesia Cultural” es una muestra de cuán lejos puede llegar un aprendizaje personal y desinteresado de las humanidades, sólo impulsado por el valor que éstas tienen en sí mismas. Las humanidades, dice, no son un bien de mercado sino algo inútil y por lo mismo invaluable, el problema es que esto, lamentablemente, muchas veces se confunde con creer que no tienen ningún valor.
Como lo sugiere su título, este libro tiene una relación paradójica con la memoria. Parte de su propósito es evitar que esta galería de buenos y malos pase al olvido y que resulta evidente, dice, que si el humanismo quiere preservarse es indispensable que sus cultores tengan memoria. Vivimos en una época excelente para el entusiasta del arte y las humanidades, ya que prácticamente todo está disponible de inmediato y al alcance de casi todos, pero la tecnología nos entrega un presente perpetuo y una ilusión de eternidad que puede disolver el recuerdo del pasado. Pero por otro lado no podemos aspirar a recordarlo todo.
Clive James siempre admiró el título de Kundera “El libro de la risa y el olvido”, y éste bien pudo haberle servido para su obra. También elogió al poeta italiano Eugenio Montale, quien alguna vez dijo que la verdadera cultura era lo que quedaba cuando las personas habían olvidado todo lo aprendido. Esto sin embargo presupone una profunda absorción de las lecturas y del arte en nuestras vidas. Pero la evidencia nos confirma que olvidamos tan rápido, hasta las novelas o el arte que más queremos. Es poco lo que podemos en realidad absorber de una obra y lograr que esto se quede con nosotros. ¿No será mejor, se preguntó James, contentarnos con desarrollar el hábito de hacer pasar cosas buenas por nuestra mente y aprender a mejorarlas’ Puede ser que todo se trate de esta forma de pulir nuestra garganta a punta de tragar oro. Si no fuéramos capaces de olvidar no podríamos volver a visitar algo que quisimos sin la certeza de que volverá a entregarnos algo. Librarse de los recuerdos, dice, puede ser la mejor manera de volver a desear algo, a lo que podremos volver mientras sigamos vivos.