“EL LIBRO DE LAS MARAVILLAS”

La fascinación de Colón con las aventuras de Marco Polo

Tendría unos 17 años cuando emprendió un viaje desde Venecia a China, en el siglo XIII. Lo hizo junto a su padre y su tío, quienes comerciaban con Oriente. Permanecieron allá dos décadas. Todo lo vivido -y fantaseado, según critican algunos- terminaría convertido en un manuscrito considerado esencial para conocer esa época y sus travesías marítimas. Ni Cristóbal Colón pudo resistirse a leer los relatos de Marco Polo.

Muchas historias se han contado sobre el famoso Marco Polo, célebre viajero que se transformó en el primer occidental en relatar con detalles su experiencia de vida tras casi dos décadas en la lejana China. No fue, en todo caso, el pionero en estas lides. Su padre Niccolò y su tío Maffeo habían estado en Oriente con anterioridad y también otros viajeros con toda seguridad conocían también aquellas lejanas tierras.

El Oriente ya era conocido en el mundo grecolatino, a tal punto que en la cartografía antigua había alusiones a una tierra lejana llamada “Seres”, a la cual durante mucho tiempo se le relacionó con China, aunque hoy las interpretaciones apuntan a que se trataba de pueblos indoeuropeos de Asia central. Sin embargo, se sabe a ciencia cierta que los romanos comerciaron con pueblos asiáticos a través de las rutas de comerciantes intermediarios y, por tanto, ya en los primeros siglos de nuestra era se conocía la existencia de un camino comercial al extremo oriente, con una serie de variantes, que siglos más tarde será denominado Ruta de la Seda.

Volviendo a Marco y su familia, lo primero que hay que tener en cuenta es que eran venecianos, antecedente no menor si se considera que en el siglo XIII la República de Venecia era una de las potencias hegemónicas del Mediterráneo, cuyos comerciantes tenían mucha influencia en el intercambio de productos, algunos provenientes desde Oriente. Su gran competencia en aquel tiempo era la República de Génova, otra potencia marítima y comercial con gran control sobre ese mismo mar.

La familia Polo, antes del memorable viaje que dio origen al libro “Il Milione”, ya se dedicaban al comercio en Venecia y también en Constantinopla; sin embargo, es escasa la información como para establecer una reconstrucción histórica seria y fundamentada, aunque se han realizado algunos intentos. Por ejemplo, se cree que Marco nació hacia 1252, en tiempos en que los venecianos todavía dominaban Constantinopla, en el período en que se forjó el “Imperio Latino”, tras la cuarta cruzada de 1204 y que terminó con la reconquista por parte de los bizantinos en 1261.

Por lo anterior, si se toma por cierto que Niccolò y Maffeo vivieron un tiempo en Constantinopla, debió haber sido allí donde surgió la idea de hacer una travesía a Oriente, considerando que era en el Mar Negro, y en particular la península de Crimea, donde había actividades comerciales con mercaderes que, desde Oriente, llevaban productos muy apetecidos para el mercado europeo: la seda y las especias. También el puerto de Trebisonda, actual Turquía, era un punto de conexión obligada para la Ruta de la Seda.

Ese era, por tanto, el entorno con el cual se habrían familiarizado los hermanos Polo, quienes finalmente decidieron hacer un viaje a China en 1260, bajo una lógica que en nuestros tiempos sería entendible: buscar un comercio sin intermediarios que convertiría a su empresa en protagonista del negocio, con evidentes ventajas sobre sus numerosos competidores. Estuvieron en Bujará, actual Uzbekistán, y desde allí, después de múltiples vicisitudes, llegaron a la corte del célebre Kublai Kan, el emperador mongol que entonces gobernaba China.

Tras varios años que duró esta correría, ambos hermanos regresaron a Venecia en 1269 y decidieron realizar una segunda travesía, esta vez junto a Marco, quien tendría unos 17 años. En esta oportunidad, el viaje tenía fines comerciales, pero también religiosos, porque supuestamente Kublai Kan les había hecho el encargo de conseguir una embajada papal para su corte imperial.

Por aquel entonces los viajes eran muy largos. Para el caso de la lejana China, tomaba dos a tres años llegar a destino. Así, las travesías estaban llenas de aventuras y la de los Polo no fue la excepción. En su ruta encontraron una gran diversidad cultural, que dejaba en evidencia la existencia de otros viajeros, misioneros y comerciantes europeos que también habían recorrido las estepas euroasiáticas. Lo que sí sería una novedad en los Polo es que tras llegar a China permanecieron casi 20 años residiendo en el entorno de la corte del emperador. Incluso, si le creemos a Marco, éste llegó a ser gobernador de una región china, antecedente que nunca se ha podido comprobar con las fuentes históricas disponibles.

Finalmente, ya cansados de su larga estancia y sin haber cosechado los frutos comerciales ni los religiosos que esperaban, los Polo pudieron regresar a Venecia. Arribaron en 1295. En la ciudad, la sorpresa fue mayúscula porque se les creía muertos. La madre de Marco había fallecido durante su larga ausencia y el negocio de los Polo había desaparecido.

Al poco tiempo falleció Niccolò y, en ese escenario, Marco se insertó en el ámbito del comercio marítimo en busca de nuevos horizontes. Lamentablemente para él, en 1297 se desató una guerra entre Venecia y Génova, y Marco fue capturado por sus enemigos. Y mientras estaba en prisión, tuvo como compañero de celda al escritor Rustichello de Pisa, quien tras escuchar los relatos de Marco en su travesía por China, decidió llevar al papel esa maravillosa historia.

Al recuperar su libertad en 1299, Marco regresó a Venecia con su manuscrito, el cual tituló “Il Milione”, siendo éste, al menos de lo que se conoce, el relato más pormenorizado de la vivencia de un occidental en Oriente. Se hicieron copias y su difusión se extendió por Europa. Mientras, Marco se casó en Venecia, tuvo tres hijas y recuperó el patrimonio económico gracias a sus actividades comerciales. Murió en 1324.

En cuanto al relato de Marco, sus descripciones, exageraciones y omisiones han generado muchas dudas. Sin embargo, se deben entender en su contexto. Por ejemplo, cuando describe los lugares que visitó, su relato parece ser más fidedigno, pero cuando describe sitios de los cuales sólo oyó, lo fantástico e imaginativo capturan el relato.

Su obra trascendió de una manera tan insospechada, que cuando se inventó la imprenta a mediados del siglo XV, “El Libro de las Maravillas” -como se le conoció a este relato- pronto se convertiría en un buen candidato para el negocio editorial. En ese mismo siglo, uno de sus más afamados lectores fue Cristóbal Colón, quien no sólo se fascinó con los relatos del Catay, sino que hizo observaciones y comentarios al texto. En la Biblioteca Colombina de Sevilla se conserva hasta hoy el ejemplar con las apostillas del navegante genovés en sus márgenes, una prueba extraordinaria de lo lejos que llegaron a influir e inspirar los viajes del veneciano en el mundo asiático y que marcaron parte de la historia de Occidente.

Pese a todo, hay quienes piensan que Marco Polo nunca estuvo en China y que aquellos años en la corte del Gran Kan sólo fueron fruto de su imaginación. Si así fuere, entonces estaríamos frente a una de las obras literarias más extraordinarias del mundo medieval. Verdad o ficción, Marco Polo es un imperdible de la civilización occidental.

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