¿PUEDE LA IA CONVERTIRSE EN DIOS?

Hasta donde he podido ver, y sin preguntarle al ChatGPT, varios autores han dicho que sí a la posibilidad de que exista alguna relación entre la Inteligencia Artificial (IA) y Dios. Yo pienso que la respuesta más interesante es más indirecta, y parte por revisitar a Leibniz.

"Imago creationis" (imagen de la creación), de Leibniz.

¿Existe alguna relación entre la Inteligencia Artificial (IA) y Dios? Hasta donde yo he podido ver (es decir, sin preguntarle al ChatGPT), varios autores han respondido que sí.

Algunos han señalado que la IA es capaz de hacer cosas verdaderamente milagrosas.Dado que este tipo de cosas son propias de dioses, la idea aquí parece ser que la IA misma es como un dios. Así, en un artículo para The Atlantis, Stephen Marche escribe que la IA “está entrando a terrenos que por milenios han sido considerados misterios divinos”: el de la escritura y del arte o “misterio divino de la creatividad”, el de la consciencia o “misterio divino de la razón” y el del lenguaje interpersonal o “misterio divino de las relaciones éticas”.

La idea de que los productos de la IA son divinamente misteriosos se relaciona con algunos hechos sociológicos interesantes. Por ejemplo, Neil McArthur, profesor de la Universidad de Manitoba, cuenta que, según su pronóstico, pronto aparecerán sectas que rinden culto al nuevo dios de la IA. Su opinión es consistente con otro estudio, de acuerdo al cual la IA ha encontrado una acogida más favorable entre personas religiosas que entre no creyentes.

Esto último hace bastante sentido. Y no me extrañaría que el pronóstico de McArthur se cumpla. Después de todo, existen cultos para todos los gustos, unos más exóticos que otros. Pero la idea de que la IA, dadas las maravillas que hace, sería como un dios es, en mi opinión, una mala metáfora. Ni la creatividad, ni la consciencia, ni el lenguaje son cosas demasiado misteriosas. Todavía no los hemos comprendido completamente, pero es cuestión de tiempo: lo que antes parecía misterioso ya no lo es, y lo que ahora parece misterioso después no lo será. Es cierto que las disputas filosóficas sobre estos temas perdurarán por siempre. Creo, sin embargo, que esto tiene más que ver con discrepancias acerca de cuestiones metodológicas básicas que con la dificultad intrínseca de los temas.

Otra respuesta afirmativa a nuestra pregunta dice así: no es que la IA misma sea como Dios, sino que nosotros, sus creadores, nos estamos convirtiendo en dioses. “Estamos jugando a ser Dios”, dijo un funcionario de Google.

Esto es mejor como metáfora. El problema que tiene es que no es muy novedosa. Lo mismo se decía cuando clonamos al primer mamífero, la oveja Dolly. Y la misma reacción solemos tener frente a todo lo relacionado con “human enhancement”. Esta tendencia a reaccionar exageradamente frente a la novedad cuenta con ejemplos más llamativos: cuando aparecieron las primeras enciclopedias, algunos pensaron que las universidades se acabarían. Bueno, aquí estamos.

Pero, ¿hay alguna manera más interesante de conectar la IA con lo divino? Creo que sí, aunque es más indirecta. Los sistemas de IA (al menos por ahora) procesan información por medio del código binario, un lenguaje cuyos elementos son 0 y 1. Todo lo demás surge por combinación. Pues bien: Leibniz, un filósofo que vivió en los siglos XVII y XVIII, sostuvo que el universo ha sido construido por medio del mismo mecanismo: la combinación de ceros y unos.

Leibniz es uno de los padres del sistema binario en Occidente y, por tanto, habría que agregar, abuelo de la IA. Es además coinventor, junto a Newton, del cálculo infinitesimal. Y es justamente un concepto central del cálculo -el de límite- lo que le permite explicar todo el universo como combinación de ceros y unos.

En resumen, la idea es esta: el 1 representa al “Ser puro” y el 0 representa a la “Nada”. Y de la combinación de Ser y Nada, de unos y ceros, surgen todos los seres finitos, que no son más que seres con alguna negación o límite. Por supuesto, el Ser puro del que estamos hablando es Dios, quien posee todas las perfecciones, es decir, todas las cualidades positivas sin ninguna limitación. Las cosas finitas, pues, se construyen “desde arriba hacia abajo” (top down, como se dice), partiendo desde las perfecciones puras de Dios (representadas por unos), a las que se le añaden una serie de “recortes” o límites por aquí y por allá (representados por ceros). Así, piensa Leibniz, surge toda la diversidad de seres y sus operaciones.

Esta manera de explicar la construcción del universo trajo problemas a Leibniz, ya que parece implicar que todo es una gran y única cosa, limitada de diversas formas (o con diversos “modos”, para usar la jerga filosófica). Leibniz tiene recursos para escapar a esta objeción, pero no los explicaré aquí. Como sea, una cosa que queda clara es que, si aceptamos su explicación, entonces por supuesto que la IA y Dios están relacionados. Porque, si la explicación de Leibniz es correcta, entonces todo, absolutamente todo, como él solía decir, “está interconectado”.

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