Larry Jackson y la IA en la educación universitaria:

“LA IA NOS IMPULSA A SER MÁS REFLEXIVOS SOBRE NUESTRA ENSEÑANZA”

Decano asociado de Asuntos Académicos en la Universidad de Columbia y director del Centro para el Core Curriculum -donde enseña Literatura, Humanidades y Civilización Contemporánea-, Larry Jackson expone en esta entrevista su visión de la IA en general y del ChatGPT en particular. Dice que allí hay un desafío. “ChatGPT abre una gran oportunidad para tener una conversación sobre qué es el conocimiento, qué significa saber algo, qué significa ser una persona educada”.

Fotos por Emma Asher.

– ¿Qué está pasando en Columbia con la Inteligencia Artificial? ¿Ha habido algún impacto concreto en los sistemas de evaluación, en las clases, en los profesores, en los estudiantes?

Se trata de una tecnología emergente y todavía nadie tiene el antídoto. No hemos instituido ninguna política nueva en respuesta a ChatGPT ni a la Inteligencia Artificial en general. Creo que estamos en una muy buena posición respecto a esta tecnología, porque el Core Curriculum siempre se ha centrado en la enseñanza, un programa que ha enfatizado la importancia de la comunidad, de un enfoque compartido para la enseñanza y el aprendizaje. Eso está en el corazón de nuestra misión, es una de nuestras grandes fortalezas. Y creo que, en ausencia de un gran antídoto, lo mejor es trabajar juntos, compartir nuestras ideas, nuestras estrategias. Un artículo escrito por un estudiante de primer año de Columbia que se publicó en The Chronicle of Higher Education, se tituló “Soy estudiante. No tienen idea de lo mucho que estamos usando ChatGPT”. Así que sabemos que está ahí. La gran oportunidad que existe en medio de esta crisis es que nos impulsa a ser más reflexivos sobre nuestra enseñanza, nuestras tareas, lo que les damos a los estudiantes en términos de tareas de escritura y qué esperamos obtengan en ellas. Esta conversación es increíblemente importante para nosotros como educadores, especialmente frente a algo como esto.

– ¿Y ve algún consenso sobre si integrarlo, fomentarlo o restringirlo? ¿Los profesores tienden a pensar de manera similar o existen visiones diversas?

– Tenemos 250 profesores en nuestro Plan de Estudios, provenientes de 25 departamentos. Es un proyecto enorme. John Dewey, un gran filósofo que enseñó en Columbia durante 25 años (y fue el “líder espiritual” del Core Curriculum y su fundación en 1919), distinguía entre “unidad” y “uniformidad”. Y yo diría que ésa es una muy buena distinción. Creo que tenemos una “unión” de propósitos, pero no tenemos “uniformidad”. Es decir, tenemos una diversidad de enfoques en lo que hacemos. Columbia se ha beneficiado de esa tensión dinámica; de que no tengamos un acuerdo perfecto en lo que hacemos. Entonces, parte de lo que estamos viendo en este momento es que hay profesores que quieren decir: “Yo prohibiré completamente esta tecnología en mi clase. Los estudiantes no podrán utilizarlo para ningún propósito”. Y luego tenemos otros que dicen: “Estoy muy interesado en involucrarme con esta tecnología, en tratar de utilizarla. Puede ser una herramienta educativa muy poderosa”.
Permíteme dar un par de ejemplos. En la enseñanza de la escritura puede ser una herramienta para que los estudiantes vean una respuesta producida por ChatGPT, la editen, la modifiquen, analicen las falacias lógicas o los obvios errores que la IA generativa producirá: fuentes inventadas, citas falsas. Esto puede ser un ejercicio de aprendizaje muy poderoso para que los estudiantes participen en clase. Pero sé que no todos los profesores querrán involucrarse con la tecnología. Algunos se sienten menos cómodos. Creo que hay críticas muy importantes a la tecnología en sí misma, y hay preocupaciones de que, al usarla, la estamos empoderando, ayudando a mejorar, involucrando con algo que no deberíamos. Por lo mismo, parece importante emitir una declaración sobre el uso de la tecnología en los programas de estudios. Si un profesor va a prohibirla por completo, debe decirlo en el programa de estudios. Si un profesor sí va a involucrarse en ella, también debe decirlo en el programa de estudios. Cuáles son los términos de participación, cuáles son las limitaciones, qué van a permitir y qué no.

– ¿Cree que palabras como “conocimiento”, “enseñanza”, “aprendizaje” van a cambiar? ¿Y en qué sentido podrían cambiar? ¿O tal vez ya están cambiando?

– Me encanta esta pregunta, porque aquí nos adentramos en la verdad y la belleza. Estamos entrando en un área de la filosofía que me interesa mucho, que es también la filosofía del lenguaje común, donde nos preguntamos ¿qué queremos decir cuando usamos una palabra como “conocimiento”? La educación tiene una función socializadora: parte de lo que estamos haciendo es incorporar a las personas a una comunidad, en todos los niveles. Tengo una hija de 3 años y un hijo de 1, y parte de lo que hacemos al educarlos es tratar de dirigir sus energías naturales, su curiosidad y su creatividad, y socializarlas como seres humanos del siglo XXI. Y tienen que entender algunas de esas prácticas y participar. Es lo que Wittgenstein describe como “formas de vida” y lo que estamos haciendo como educadores, incluso en educación superior. Estamos socializando a los estudiantes en una comunidad académica que siempre se ha basado en valores fundamentales como la integridad académica, la producción original y colaborativa de conocimiento. Así que no hay duda de que esta tecnología amenaza algunos de esos valores y algunas de esas prácticas.

Sin embargo, hay otra parte de la educación realmente crucial, y es lo que el filósofo Stanley Cavell, gran lector de Wittgenstein, llama la “educación de los adultos”. Consiste en que una vez que te socializas en una forma de vida, que te conviertes en parte de una comunidad, tu conocimiento real, tu demostración de experiencia como miembro de esa comunidad, es tu capacidad para criticar algunas de esas prácticas y transformarlas si es necesario. El objetivo de lo que estamos haciendo como educadores no debería ser simplemente replicar el pasado, sino el empoderamiento de los estudiantes para que puedan aumentar creativamente lo que existe; que tengan la capacidad de transformar el mundo y la sociedad. Es lo que John Dewey también consideraba el propósito final de la educación. Esta es la razón por la que relacionó la educación con la democracia, en su famoso libro de 1916 “Democracia y Educación”. ChatGPT abre una gran oportunidad para tener una conversación sobre qué es el conocimiento, qué significa saber algo, qué significa ser una persona educada. Tener conocimiento, como ingeniero, no es simplemente saber lo que hicieron los ingenieros en el pasado; es saber resolver problemas futuros utilizando la creatividad y el ingenio. Y creo que eso es igualmente cierto para los filósofos, los eruditos literarios, etc…

 

Foto por Emma Asher.

– ¿Y qué es lo original ahora? Hace un siglo, cuando Marcel Duchamp expone la Fuente, cambia absolutamente la manera de entender quién es el autor de la obra de arte. Podría decirse que hoy ChatGPT está haciendo algo más o menos parecido. ¿Qué piensa sobre la creatividad, el concepto de autoría, el plagio?

– En primer lugar, creo que tenemos que ser muy conscientes, como educadores, de no pensar que somos como policías, tratando de imponer y hacer cumplir a la perfección un reglamento a nuestros estudiantes. Creo que tenemos que renunciar a esa idea. Nunca habrá una aplicación perfecta. ¡Nunca la hubo! En muchos sentidos, lo que ChatGPT representa es el fin de una especie de “Era Dorada” en la que hemos vivido los últimos 15 o 20 años, donde era razonablemente fácil identificar casos de plagio. Podíamos buscar en Google, teníamos Turnitin y otras tecnologías que podían detectar el plagio con facilidad. Esto es un regreso al pasado, donde un estudiante podía ir a una biblioteca, encontrar un libro poco conocido y plagiar gran parte, sin nuestro consentimiento. Es sólo una versión mucho más fácil de eso. Y, por supuesto, siempre ha habido estudiantes que podían comprar artículos o pedirlos prestados de alumnos que los habían escrito años antes. Nunca hemos existido en una época en la que pudiéramos imponer perfectamente la integridad académica y la originalidad como estándar en lo que hacemos. Por eso creo que tenemos que abandonar la idea de que podemos ser árbitros perfectos de la integridad académica.
La segunda cosa que alentaría es que dejemos de pensar que la escritura está orientada hacia un producto que demuestra que un estudiante ha aprendido, y darle más importancia al proceso. Considerar la escritura como un mecanismo de pensamiento y comunicación, tal como lo hacemos en las discusiones en clases. Cuando un estudiante expresa allí una idea, no necesariamente estamos sentados ahí diciendo “¿esa idea es 100% de ese estudiante?, ¿obtuvieron el 60% de David Hume, de Wittgenstein, de otro autor o de un amigo con el que estaban en el comedor?”. Parte de lo que hacemos es que intentamos pensar juntos; desarrollar conocimiento juntos. Y sobre la originalidad, tal vez esta sea una oportunidad para que exploremos más proyectos grupales, más formas para que los estudiantes colaboren en sus ideas. Para que cuestionemos la noción del pensador heroico, solitario, que desarrolla ideas en perfecta soledad, el modelo cartesiano, y volver al tipo de modelo socrático. Para Sócrates, pensar era salir al espacio público y dialogar con la gente, plantear preguntas.

«Algunos (profesores) se sienten menos cómodos. Creo que hay críticas muy importantes a la tecnología en sí misma, y hay preocupaciones de que, al usarla, la estamos empoderando, ayudando a mejorar, involucrando con algo que no deberíamos”.

¿Un posible antídoto contra ChatGPT?

– ¿Cree que las artes liberales pueden ser especialmente apropiadas para ver lo que está pasando con la IA?

– Definitivamente. La educación en artes liberales siempre se centra en dos cosas. La noción de educar a la persona en su totalidad (sus vidas, experiencias, capacidades, habilidades, destrezas, pasiones e intereses). La otra es que las artes liberales siempre han sido la base sobre la que se sustenta el conocimiento. El tipo de preguntas que estás haciendo ahora, que plantea ChatGPT, como ¿qué es la originalidad?, ¿qué es el conocimiento?, ¿qué es la creatividad? son las que estamos tratando de abordar en las artes liberales. Y si vamos a desarrollar algún tipo de antídoto contra ChatGPT, contra la IA generativa, no va a ser una tecnología. Será algo así como el enfoque de las artes liberales hacia el aprendizaje.
Las artes liberales implican la libre exploración de ideas, de investigación, dondequiera que eso pueda llevarte. Y eso requerirá el tipo de creatividad de la que hablábamos. No simplemente replicar el pasado, ni memorizar ni reproducir conocimientos, sino realmente aprender a adaptarnos, a ser creativos. Cómo pensar, cómo escribir, cómo leer atentamente. Esos son los tipos de habilidades que vamos a necesitar para responder al desafío de la IA generativa. Será un desafío para nosotros como educadores y como sociedad. Y creo que cuando miras el mundo hoy, lleno de crisis, más que nunca necesitamos ese tipo de poderes creativos. Necesitamos producir una generación de estudiantes capaces de resolver creativamente y adaptarse a los problemas del futuro, ya sea el cambio climático, las tecnologías avanzadas, la guerra o la desigualdad económica. Cuando se lanzó el Plan de Estudios en Columbia en 1919, su objetivo era preparar a los estudiantes para lidiar con los persistentes problemas del presente. La forma de afrontarlos, que ahora incluyen a las tecnologías, es ser un pensador creativo y crítico.

– ¿Cree que ChatGPT tiende a alejarnos de los clásicos, o nos lleva a estar más atentos y cerca de ellos? En la Universidad Adolfo Ibáñez, la discusión y la lectura de los grandes libros es fundamental.

– Mi preocupación es que ChatGPT limite nuestra comprensión de qué es un texto importante. Creo que parte de lo que ha estado en el corazón del Plan de Estudios de Columbia es que siempre ha evolucionado en respuesta a algunas de las grandes preguntas que enfrentamos en el mundo, lo que hace que algunos textos sean más relevantes que otros, en ciertos momentos; y siempre ha evolucionado en respuesta al trabajo que realizan los académicos para descubrir voces del pasado que podrían haber sido marginadas, pero que en realidad son importantes y jugaron un papel en el desarrollo de las ideas y las historias a lo largo de los siglos. El ChatGPT podría darnos una imagen estática del pasado. El pasado es tan impredecible como el futuro. Esa es la paradoja que debemos comprender. En 2017, en el centenario del ingreso de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, hubo un debate entre historiadores sobre si este ingreso había sido un error. Y probablemente había 20 historiadores en ese foro: 10 dijeron que fue un error, 10 dijeron no. El pasado no está resuelto; y los libros relevantes para nosotros, tampoco.

 

«La educación en artes liberales siempre se centra en dos cosas. La noción de educar a la persona en su totalidad (sus vidas, experiencias, capacidades, habilidades, destrezas, pasiones e intereses). La otra es que las artes liberales siempre han sido la base sobre la que se sustenta el conocimiento”.

– ¿Ve algo que no sea reemplazable en la inteligencia humana, algo que definitivamente no se pueda encontrar en una máquina o un software?

– Volveré a la creatividad, y simplemente diré que lo que me parece extraordinario acerca de la inteligencia humana es esta fuerza creativa vital que nos ha permitido resolver los problemas que hemos encontrado, adaptarnos, crecer. Y es esa vitalidad, ese crecimiento, lo que hasta ahora el aprendizaje automático no puede replicar. Quizás algún día tengamos que actualizar esta conversación. Pero lo que estamos viendo en ChatGPT es un gran testimonio de lo que los seres humanos podemos hacer. Hemos creado una máquina capaz de recopilar una enorme cantidad de información y luego producir respuestas que nos parecen bastante razonables. En algunos de los experimentos que he realizado con ChatGPT, me ha impresionado la forma en que ha podido reproducir los estilos de los poetas; el terceto encadenado de Dante, por ejemplo. Lo hace muy bien, porque es muy bueno identificando patrones y replicando esos patrones. El mimetismo, la imitación, son cosas cruciales para el crecimiento y el desarrollo humanos, no hay duda. Cuando veo a mis hijos crecer y aprender, veo cómo imitan. Pero en determinado momento, la expectativa será que abandonen la imitación y el mimetismo, y se adapten creativamente a las situaciones del mundo. Eso es lo que estamos tratando de lograr como educadores, y eso -creo- es lo que el intelecto humano nos ha permitido hacer tan bien. Y hasta ahora, al menos, la IA generativa es incapaz de hacer eso.

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