INTIMIDAD Y SILENCIO:

LA MÚSICA DE RYUICHI SAKAMOTO

Es una excepción entre casi todos los músicos de este siglo y el pasado. Sakamoto fue un compositor reflexivo y arriesgado, y un pianista sumamente sensible. Su concepción del tiempo en el que las cosas debían ocurrir (en la música) es brillante y paciente.

El compositor japonés, que murió el pasado 23 de marzo, tuvo una suerte de comprensión previa de la temporalidad de los sonidos. Tal vez porque no había en su personalidad rasgos notorios de ansiedad, especialmente aquella que se apresura a dejar clara la originalidad de las ideas propias. Con el paso de los años, cada disco fue acercándose inexorablemente al silencio. Convivió con él a través de una producción de enorme intimidad, y fue precisamente esa característica la que pavimentó una sigilosa ruta que transformó su obra en un misterio sutil y pasajero. Esta fue su impronta, especialmente durante las últimas décadas de su carrera.

Su último trabajo, 12, publicado en enero de este año, es la culminación de ese camino, pero antes están el extraordinario Playing the piano (2009), Out of noise (2009) y Async (2017), o los trabajos colaborativos con el artista y músico alemán Alva Noto. Con 12 sin embargo no es sólo el piano el instrumento que construye esa atmósfera. Su respiración está presente, muy presente. Entre un piano solitario y un sombrío sintetizador, suena su cuerpo: movimientos mínimos de sus pies en el pedal del piano y de sus manos sobre las teclas, pero por sobre todo escuchamos su respiración, pausada, rítmica, cansada.

Sakamoto no fue indiferente a la tecnología y tampoco a la tradición. Su obra es más bien el equilibrio entre ambos mundos. Así, en 1978, y junto a Haruomi Hosono en el bajo y los teclados, y Yukihiro Takahashi en la batería y la voz, fundó la avanzadísima banda de electrónica y pop japonés Yellow Magic Orchestra (YMO). Fue un éxito dentro y fuera del país insular. Su conocimiento de la obra de Claude Debussy, Erik Satie y Maurice Ravel se hizo evidente en su trabajo solitario, parte de su obra los cita o se inspira decididamente en ellos. Es probable que este conocimiento lo obtuviera durante sus estudios en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio, lugar en el que obtuvo un título de composición musical y una maestría en temas que tenían que ver con la música electrónica y la étnica. Esto lo aproximó al trabajo de los alemanes de Kraftwerk, al mismo tiempo que se fascinaba por la música tradicional de Japón.

El tiempo también lo fue acercando al ruido, no se amedrentó con él, muy por el contrario, lo puso al servicio de la consonancia o, dicho de otro modo, extrajo del ruido su amabilidad, su melodía.

Dueño de una carrera sumamente prolífica que abarca no solo la producción de discos instrumentales y canciones, así como una enorme lista de colaboraciones y otras tantas de instalaciones sonoras, Sakamoto se destacó por un trabajo consistente en el mundo de las bandas sonoras para cine. Ahí aparece la música para The Last Emperor (con la que obtuvo un Oscar y se convirtió en el primer músico asiático en recibir este reconocimiento en dicha categoría), y más conocida aún, la canción Merry Christmas Mr. Lawrence para la película con el mismo nombre, y en la que el propio Sakamoto actúa junto a David Bowie.

En 2014 le fue diagnosticado un cáncer de faringe. Lo superó un año después del diagnóstico. Pero el 2021 le apareció un nuevo cáncer en fase 4. Esta vez el comunicado, escrito por el mismo, decía: “Ya he llegado hasta aquí en la vida, espero poder hacer música hasta mi último momento, como Bach y Debussy, a quienes adoro”.

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