Y ESO FUE LO QUE PASÓ

NATALIA GINZBURG Y UNA BREVE HISTORIA EXTRAORDINARIA

Esta es una historia de menos de 90 páginas. Podría decirse que es simple en estructura, pero no: es compleja, efectiva. Tiene el efecto de un disparo, como todo lo que escribió Natalia Ginzburg. ¿Qué más, qué más entonces? El tormento de una mujer que se guardó de disparar antes, que tuvo ilusión de construir algo con alguien.

Natalia Ginzburg, Acantilado, 2016. 112 pág.

Sobre el banco de un parque, una mujer recuerda qué fue lo que pasó. Tiene que ir a declarar, por eso recuerda, y porque ella misma lo decidió así. “Le pegué un tiro entre los ojos”, dice en la primera página de “Y eso fue lo que pasó” de Natalia Ginzburg (1947). Lo que sigue, es el abandono de quien rememora o escribió esta historia.
El relato es una historia triste y bellamente escrita, como todo lo publicado por la autora. Ginzburg escribió libros tan extraordinarios como Léxico Familiar, Domingo, Las pequeñas virtudes o Todos nuestros ayeres. Son tantos como tantas las historias y su infelicidad dejada como huella en su escritura. “Me encontraba infeliz, sin fuerzas cuando me senté a escribir este libro”, dice ella en una nota previa a Y eso fue lo que pasó, escrita en primera persona. La escritora italiana escribe lo que sigue casi sin comas, sin pausas, sin punto. Sintiendo cierta obligación, reconoce, y decidida determinación. Pero al final decide poner comas y los puntos a pesar del cansancio y de las ganas nulas que tenía de hacerlo. ¿Cómo empezó a escribirla? “Encontré un disparo y le seguí la pista”, dice. La autora de esta novela breve y, otra vez, extraordinaria, publicada por primera vez en 1947 y editada después por Acantilado en 2016, agrega en esa misma nota previa, que no debemos buscar nunca consuelo en la escritura como tampoco perseguir un objetivo. Si hay algo seguro, dice ella, es que es necesario escribir sin perseguir un objetivo.
La protagonista de esta novela, quizás, no perseguía ningún objetivo. Llevaba cuatro años casada con un hombre que quiso dejarla, aunque después de la muerte de la hija que tuvieron, sin decirse nada el uno al otro, siguieron juntos. Esto también está en la primera página del libro. Entonces, ¿qué más, si parece que ya todo fue dicho? ¿Qué más, si parece que ya lo supiéramos todo de la historia que su protagonista se obliga decididamente a recordar? Todo.
Esta es una historia de menos de 90 páginas. Podría decirse que es simple en estructura, pero no: es compleja, efectiva. Tiene el efecto de un disparo, como todo lo que escribió Natalia Ginzburg. ¿Qué más, qué más entonces? El tormento de una mujer que se guardó de disparar antes, que tuvo ilusión de construir algo con alguien. “Son años de matrimonio que transcurren entre sentimientos que se rozan apenas para enfriarse luego, y el hombre y la mujer, siguen juntos sin tener jamás un sentimiento común”, escribió ella en la biografía que hizo de Antón Chéjov donde encontramos también esa mirada única, que enseña a observar para desde ahí escribir, y entender, qué fue lo que pasó.

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