MARIO VARGAS LLOSA: “NECESITAMOS INVENTAR HISTORIAS PORQUE EL MUNDO NO NOS PARECE SUFICIENTE”

El 30 de septiembre del año 2022, el Premio Nobel de Literatura y Miembro Académico Honorario UAI visitó el campus de Peñalolén de la Universidad Adolfo Ibañez y, en una conversación con Harald Beyer y Antonia Viu, se explayó sobre su amor eterno a la literatura y la importancia de ésta en nuestro desarrollo como individuos y como sociedades libres.

Desde sus inicios -“siempre he dicho que lo mejor que me ocurrió en la vida fue aprender a leer”-, hasta el rol de la literatura en las sociedades de hoy -“fijar paradigmas a los que debemos tratar de acercarnos”-, el escritor e intelectual peruano se explayó sobre sus principales influencias literarias, repasó la inspiración de algunas de sus obras y recalcó la necesidad de entendernos como continente latinoamericano desde la literatura. La instancia, a la que asistieron alumnos y profesores de la universidad, la abrió el rector Harald Beyer destacando el aporte de Vargas Llosa como escritor, pero también su compromiso inagotable con la defensa de la libertad, tras lo cual Antonia Viu inició la conversación con el autor. Aquí un extracto:

Antonia Viu: Una trayectoria tan importante como la suya no se hace sin pasión. ¿Cuándo descubrió eso que le iba a hacer escribir durante toda su vida?

“Creo que fui un buen lector. Siempre he dicho que acaso lo mejor que me ocurrió en la vida fue aprender a leer. Yo vivía en esa época con mi familia en Cochabamba, Bolivia, y recuerdo la expansión del mundo gracias a la lectura. Los libros me permitían viajar no sólo en el espacio, también en el tiempo; retroceder o ir al futuro. Fue para mí una experiencia absolutamente extraordinaria. Mi madre, que era una muy buena lectora, recuerdo siempre que tenía en su velador un libro de Neruda que me había prohibido tomar y entonces por supuesto, ese era un incentivo para leerlo. Y recuerdo todavía unos versos donde yo sospechaba que estaba el pecado: “Mi cuerpo de labriego salvaje, te socava y hace saltar al hijo del fondo de la tierra”. No me enteraba realmente de qué pecado se trataba, pero lo que sí recuerdo es que fui un magnífico lector y eso me enriqueció la vida extraordinariamente. En esos años primeros se fue gestando, sin que lo supiera, una vocación literaria”.

“La ciudad y los perros” y el amor a Flaubert

Durante la conversación Vargas Llosa repasó los años de sus inicios como escritor: la beca que se ganó para estudiar en la Universidad Complutense de Madrid, la publicación de sus primeros cuentos gracias a un concurso de una pequeña editorial catalana, su primer matrimonio, con Julia Urquidi, y cómo tuvo que sobrevivir en París, trabajando como profesor y periodista mientras se enamoraba aún más de la literatura tras descubrir a Gustave Flaubert. “La misma noche que llegué a París compré en una calle del Barrio Latino un ejemplar de ‘Madame Bovary’. Quedé absolutamente deslumbrado por esta novela que confirmó que lo que yo quería ser en la vida era ser un escritor y nada más que eso. Soñaba con madame Bovary, leí absolutamente todo Flaubert, no sólo las novelas y los cuentos, también la correspondencia, que es quizá lo más interesante. Me dediqué a escribir en todas las horas libres que mis trabajos alimenticios me permitían en París y escribí, en dos años, mi primera novela, ‘La ciudad y los perros’, basada en las experiencias que había tenido de un colegio militar en Perú. Mi padre era muy adversario de la literatura, no sabía nada de literatura, pero tenía un gran desprecio por la literatura y entonces me metió a un colegio militar, el Colegio Militar Leoncio Prado”.

Harald Beyer: Déjeme preguntarle por “La ciudad y los perros”, porque se cumplen 60 años desde que ganó el Premio Biblioteca Breve y en alguna parte leí que esa novela, en un acto de repudio, fue quemada por cadetes y oficiales del Colegio Militar Leoncio Prado. ¿Hay algo en la literatura que incomoda al poder? ¿Cuál es su reflexión sobre eso?

“Yo tuve desde muy chico, antes de tener razón, en cierta forma por mi familia materna, un gran rechazo a los militares. Pensaba que los militares habían sido la tragedia del Perú, de los cuartelazos, de los golpes de Estado, que habían arruinado el país. Mi mamá, que era muy católica, quería que yo estudiase en la Universidad Católica , pero yo quería entrar a la Universidad Nacional de San Marcos que era una universidad caótica y muy rebelde, que se oponía a todas las dictaduras militares y donde el pueblo llegaba porque era una universidad gratuita. A los 14 años mi padre me metió al Colegio Militar Leoncio Prado, que era un internado, pensando que los militares me iban a quitar esa vocación literaria que a él lo avergonzaba mucho. Fue muy curioso porque mis compañeros tenían enamoradas, y ellos generalmente no sabían escribir cartas, mucho menos de amor, entonces me contrataban para que respondiera esas cartas. Era muy entretenido leer las cartas que les escribían estas chicas y responderlas. Hace un par de años me encontré en las calles con un excompañero, Víctor Flores Fiol, y me dijo: ‘Yo fui tu primer agente literario, porque en el colegio tú no te atrevías a cobrar por las cartas que tú escribías’. Mi experiencia en el Leoncio Prado fue más bien fructífera desde el punto de vista literario, porque yo leí muchísimas cosas. Entre esas cosas, leí una obra maestra que es ‘Les miserables’ de Víctor Hugo, un libro absolutamente maravilloso”.

Viu: ¿A qué otros clásicos como Flaubert, Faulkner, escritores que usted ha estudiado, valdría la pena volver hoy?

El siglo XIX es el siglo de las grandes novelas. A lo largo de toda Europa, en Rusia, en Inglaterra, en Francia, incluso en España, se escriben grandes novelas. Pero Flaubert a mí me deslumbró. Me convertí en un experto en Flaubert, leí todas las correspondencias, leí todas las novelas y estoy convencido de que es uno de los grandes escritores del siglo XIX. Flaubert me enseñó el tipo de escritor que yo quería ser. Aunque he hecho muchas otras cosas, yo lo que más quisiera es ser recordado como escritor”.

Leer para dudar y para soñar

Viu: Hoy se dice, casi como lugar común, que la gente no lee. Pero no se hace la distinción entre una lectura literaria y una lectura de otro tipo. ¿Qué tendría la lectura literaria de diferente a las otras?

“Hay una literatura fácil, de puro entretenimiento, que es la que llega al gran público. Pero las estadísticas que nos dan los editores no dicen que se lea menos en este tiempo. Al contrario, se lee muchísimo más porque la gente tiene más tiempo para dedicar a la lectura. En todo caso yo creo que la lectura es algo absolutamente fundamental si queremos ser formados, ser educados. Soy un entusiasta del cine, pero las imágenes son pasajeras y en cambio los conceptos, las ideas que vienen a través de la literatura, permanecen y sobre todo si el libro es muy importante. Leer a Dostoievski, a Gogol, a Proust, a los grandes escritores, deja una huella importante en la memoria y al mismo tiempo nos educa, nos enriquece. La lectura es absolutamente fundamental si queremos ser cultos, si queremos tener una visión del mundo en el que vivimos. De tal manera que cuando oigan ustedes que hoy día se lee menos, niéguenlo, no es verdad, no es cierto que se lee menos, hoy día se lee mucho más. Es la lectura lo que enriquece a una persona y lo que le permite dudar. Creo que fundamentalmente la lectura es lo que nos permite dudar”.

Viu: Usted ha hecho incluso un vínculo entre la lectura y la capacidad de ser fraternos. ¿Cómo podría ayudarnos en un mundo tan polarizado?

“La lectura nos pone al tanto de lo que está ocurriendo en el mundo. Hoy en día, desde el punto de vista médico, ecológico y literario, hay muchísimas más facilidades para saber en qué mundo estamos y cuánto ha avanzado el mundo con respecto al pasado. Que hay problemas, sí, sigue habiendo problemas mayúsculos, pero digamos lo importante es que esos problemas tienen una solución que nosotros ignorábamos, y, que gracias a la lectura podemos conocer. Es muy importante leer y no solamente para tener estos conocimientos, sino que por placer. No hay nada más maravilloso que leer una novela que a uno le captura el ánimo, que lo aísla, que le permite soñar. Eso es lo más extraordinario que nos puede pasar y la lectura va a continuar cumpliendo esta función en las futuras generaciones, aunque los escritores desaparezcan. Yo creo que no van a desaparecer, pero si los escritores desaparecen, la lectura continuará. ¿No?”

“Es muy importante leer y no solamente para obtener conocimientos, sino que por placer. No hay nada más maravilloso que leer una novela que a uno le captura el ánimo, que lo aísla, que le permite soñar. Eso es lo más extraordinario que nos puede pasar, y la lectura va a continuar cumpliendo esta función en las futuras generaciones, aunque los escritores desaparezcan”.

Beyer: Ha dicho que toda buena obra literaria es un cuestionamiento radical del mundo y que tiene algo de subversivo…

“Creo que la literatura es subversiva. Necesitamos inventar historias porque el mundo no nos parece suficiente, no nos satisface. A veces, pintamos una realidad llena de color, entretenida, divertida, pero yo creo que en toda genuina literatura hay siempre una crítica de la realidad. Es una manera de protestar. Una novela, un poema o una obra de teatro, rectifica al mundo. No necesariamente hacia buenas costumbres. Si uno lee al Marques de Sade, él no está contento con el mundo porque es demasiado formal y él lo que pide es más informalidad, más brutalidad, más salvajismos. Hay muchas razones por la cuales se puede impugnar a la realidad. Los escritores malditos son los que generalmente atacan al mundo porque es demasiado bien hecho. Si uno acepta la literatura, tiene que aceptar críticas por las imperfecciones del mundo y también por las perfecciones”.

Beyer: ¿Cómo ve la literatura en la cultura de lo políticamente correcto, la cultura de la cancelación que está ocurriendo en muchas universidades? ¿Va a sobrevivir la literatura desafiante a eso?

“Creo que sí, la literatura va a sobrevivir. Habrá siempre una literatura que será reflejo de la realidad de nuestro tiempo, aunque haya escritores fantásticos que viven en la pura imaginación. Lo que prevalecerá siempre es el realismo pues nos irá mostrando cada vez más la complejidad del mundo. Por eso es importante la lectura; el mundo es mucho más diverso de lo que creemos y la literatura es uno de los medios para conocerlo desde adentro. Y además de grandes clásicos como ‘El Quijote’ de Cervantes o ‘La Guerra y la Paz’ de Tolstoi, también hay una literatura latinoamericana muy rica. Si nosotros queremos conocer a la América Latina profunda, es muy importante que leamos su literatura”.

Viu: ¿Quiénes, por ejemplo?

“Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Carlos Fuentes… iba a decir Mario Vargas Llosa, pero no lo digo ¿no? Jajaja. Jorge Luis Borges es muy importante, hay una irrealidad argentina que expresa maravillosamente en esos cuentos extraordinarios. Además, está la poesía, que está muy viva en América Latina. Y se acaba de publicar un libro de Carlos Granés, recuerden ese nombre por favor, Carlos Granés, un autor colombiano que ha escrito un enorme libro sobre literatura latinoamericana. Son 100 años maravillosamente descritos a través de la literatura. Una América Latina sin fronteras, absolutamente integrada, algo que no hemos podido lograr en la realidad, pero que Granés ha conseguido. Es un libro absolutamente extraordinario y se los recomiendo de una manera muy especial, porque digamos, les puede dar indicios de los autores importantes y sin embargo desconocidos que forman parte de este continente que él reconstruye a través de la poesía, de la novela, del cuento, del ensayo”.

Viu: Ya que mencionó a Mario Vargas Llosa como referente, ¿qué recomendación de su obra daría para alguien que quisiera saber cómo empezar?

“Es algo muy subjetivo. Las novelas que a mí más me costaron son las que recomendaría. “La guerra del fin del mundo” me costó un trabajo enorme, todas las canas que tengo creo que me las sacó esa novela, entonces la recomendaría. “Con- versación en la Catedral” es una novela en la que yo quería expresar el Perú, con todos los problemas, con todos los silencios, con todas sus contradicciones, sus políticas sociales, las grandes distancias que separan a los peruanos ricos, de los pobres. Es una novela muy ambiciosa en la que trabajé cerca de tres años de tal manera que mi punto de vista es un punto de vista muy especial y que está determinado fundamentalmente por el esfuerzo que me significó escribir estas novelas”.

Beyer: Mario, en su discurso al recibir el premio Nobel hace un llamado a las nuevas generaciones a empaparse de la literatura. Lo voy a leer textual porque si no se me va a olvidar: “Es una necesidad imprescindible (refiriéndose a la literatura), para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros, lo mejor del humano”.

“Lo que nos hace progresar es parecernos a los libros que de alguna manera tenemos como modelos. Creo que la función de la literatura es fijar paradigmas a los que debemos tratar de acercarnos. Hay una literatura que describe una realidad que nos ofende… bueno pues, cambiemos esa realidad. Hoy en día por primera vez en la historia se puede actuar sobre la realidad de una manera creativa. Antes ciertos países estaban muy asentados por la tradición y tenían ejércitos muy poderosos, eso les permitía cambiar la realidad, pero hoy en día el país más pequeñito, más chiquitito puede cambiar su realidad y adaptarla en función de sus conocimientos y de su imaginación. Ese poder no lo desperdiciemos. Leamos para enterarnos de cuál es la realidad en que vivimos y actuar sobre ella. Sobre todo, en América Latina, que es un continente que tiene cientos de miles de cosas que andan mal. Vamos a transformarlas, vamos a corregirlas, vamos a rehacerlas, y vamos a rehacerlas en función de la buena literatura.

¿Y qué es la buena literatura? La que muestra aquellos problemas que tienen solución, y hoy en día diría que son todos, salvo el de la muerte. Todos tenemos que morirnos, pero mientras tanto hagamos un esfuerzo para que las cosas sean mejores y no hay nada que nos ilustre mejor sobre aquello que anda mal, que la buena literatura”.

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