Mapa general de feminismos y literatura

Conviene hablar en plural para referirse a la variedad de grupos e ideas que se identifican como movimiento político. En la tarea de imaginar otros modos de habitar el mundo, el rol de la literatura resulta crucial. Aquí tres áreas de interés de los actuales feminismos latinoamericanos y sus referentes.

¿De qué hablamos cuando hablamos de feminismo? Existen hoy en día múltiples abordajes a esta pregunta clave para entender las demandas en torno a los derechos de género y sexualidad. En términos amplios, podemos definir al feminismo como un movimiento emancipatorio que busca la equidad legal, material y simbólica entre mujeres y hombres. En otras palabras, el feminismo propone transformar las relaciones de poder. De cara a la variedad de grupos feministas en la actualidad -grupos cuyas agendas y objetivos resultan en ocasiones disímiles y radicalmente alejados unos de otros-, conviene hoy hablar de “feminismos”, en plural, más que de “feminismo”.

Primero, un breve contexto histórico sobre este movimiento político. Durante el siglo XX, personajes clave como Simone de Beauvoir, quien señala en su libro “El segundo sexo” (1949) que no se nace mujer, sino que se llega a serlo, contribuirán a cuestionar el sistema de construcción social del género asignado a las mujeres y naturalizado hasta entonces. En los años ‘70, el feminismo anglosajón levantará una consigna fundamental: la idea de que lo personal y lo íntimo constituyen, también, arenas políticas. Se politiza y emerge como tema público, así, lo que hasta entonces se concebía como privado: la vida del cuerpo, el deseo, las relaciones familiares y de pareja. En el contexto de los denominados “grupos de concientización” que se reúnen por esos años, las mujeres se abren a compartir sus experiencias cotidianas, y las condiciones compartidas de sujeción, desigualdad y abusos se vuelven patentes. Se interrogan, así, los roles asignados por la sociedad a las mujeres, y se profundiza la lucha por su autonomía y determinación individual. En la actualidad, una parte importante de la organización y coordinación de los feminismos ocurre de forma virtual y a través de las redes sociales, que se han vuelto catalizadoras fundamentales a nivel global de movimientos como #MeToo. Este movimiento parte, como los grupos de concientización de los años ‘70, del impulso de compartir y visibilizar situaciones opresivas que sufren las mujeres y que, demasiado a menudo, se naturalizan. En el caso de #MeToo, que se inicia en 2017 de manera viral como hashtag en las redes sociales, la denuncia apunta al acoso y abuso sexual experimentados por mujeres en diversos contextos, incluidos los ámbitos profesionales.

En el contexto latinoamericano, los feminismos se vinculan a menudo con preocupaciones más amplias que exceden la agenda de la igualdad de género. Se generan alianzas, por ejemplo, con los colectivos LGBTQ+ y los activismos de sexualidades disidentes, reconociéndose las interconexiones entre nociones y prácticas de identidad de género, la sexualidad y el deseo, así como luchas compartidas contra la discriminación y la violencia. Los feminismos latinoamericanos también suelen alinearse con los movimientos decoloniales y las pugnas territoriales, aspirando a consolidar una perspectiva amplia en pos de la transformación de las desigualdades que afectan a distintas minorías en la región. Recientemente, movimientos clave como la oleada feminista de 2018 en Chile o el colectivo “Ni una menos”, surgido en 2015 en Argentina con el objetivo de oponerse a la violencia contra las mujeres y su manifestación más cruel, el femicidio, se nutren de las redes sociales como herramientas centrales de organización y difusión.

El feminismo puede pensarse, en este sentido, como un movimiento político que alberga un horizonte utópico: transformar el presente y sus condiciones de vida. En esa tarea de imaginar otros modos de habitar el mundo, el rol de la literatura resulta crucial. En este sentido, un grupo significativo de textos literarios latinoamericanos recientes abordan una serie de problemas clave para los feminismos en el contexto del actual boom editorial de la literatura escrita por mujeres y disidencias sexuales, que alcanza su momento de mayor difusión y reconocimiento. Si bien las líneas de indagación de estos productos culturales son múltiples, nombraré aquí tres áreas de interés, preocupaciones transversales que emergen una y otra vez en la literatura reciente.

Simone de Beauvoir (1908 - 1986)

La primera son los feminicidios y la violencia contra las mujeres y la comunidad LGBTQ+. Esto no resulta del todo sorprendente en un contexto latinoamericano caracterizado por cifras alarmantes de violencia contra las subjetividades femeninas y feminizadas: según los datos del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, en el periodo comprendido entre 2010 y 2019 se registraron 412 víctimas de femicidio en Chile. Algunos ejemplos de esta línea de indagación en la literatura reciente: la escritora argentina Selva Almada publica “Chicas muertas” en 2014, donde bajo el formato de la crónica narra el caso de tres jóvenes asesinadas en los años ‘80 en Argentina. Los culpables de los crímenes nunca fueron identificados. En 2011 la escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara publica el cuento “Le viste la cara a Dios”, donde se explora la esclavitud sexual de mujeres en el contexto de un prostíbulo en Buenos Aires. El texto hace referencias al caso de Marita Verón, una joven secuestrada en el año 2002 por una red de trata en Argentina. El cuento luego se adapta en 2013 al formato de novela gráfica bajo el nombre “Beya: Le viste la cara a Dios”. Obras más recientes sobre estas temáticas incluyen la novela “El invencible verano de Liliana” (2021), de Cristina Rivera Garza, en que la autora aborda el feminicidio de su hermana en Ciudad de México en los años ‘90, y la novela “Cometierra” (2019) de Dolores Reyes, que aborda la violencia de género en barrios precarizados de Argentina.

En un momento en que la definición misma de familia se pone en cuestión tanto en el plano de los derechos sociales y jurídicos como en el de la biomedicina reproductiva, la segunda línea de indagación de la producción literaria reciente está marcada por el cuestionamiento de las normas tradicionales que regulan maternidad y la reproducción. Cuentos como “En la estepa” y “Conservas” de la escritora argentina Samanta Schweblin, así como la obra de Mariana Enríquez y la diatriba “Contra los hijos” de la chilena Lina Meruane abordan problemáticas relacionadas al parentesco, el aborto y las construcciones opresivas de la maternidad en las sociedades actuales.

 

Samanta Schweblin en el FILBA Montevideo 2018, (archivo de Wikimedia Commons)

Finalmente, en una coyuntura marcada por una aguda crisis ecológica global que pone en jaque la diversidad de la vida en nuestro planeta, y como parte de la urgente tarea de imaginar potenciales herramientas de supervivencia, una serie de obras recientes trabaja el cruce entre el género, la sexualidad y las problemáticas medioambientales. En estas escrituras se profundiza, entre otros ejes, en modos de re-imaginar la relación jerárquica entre lo humano, lo no humano y la naturaleza. Mientras que novelas como “Noxa” (2016) de María Inés Krimer y “Distancia de rescate” (2014) de Samanta Schweblin se abocan a la toxicidad agroquímica del campo sojero argentino y su efecto en los vínculos afectivos y reproductivos de los personajes, obras como “Mugre rosa” (2020) de la uruguaya Fernanda Trías y la trilogía de Claudia Aboaf compuesta por “Pichonas” (2014), “El rey del agua” (2016) y “El ojo y la flor” (2019), se centran en la creación de paisajes distópicos asediados por la contaminación y la sequía.

Vale la pena preguntarnos sobre el rol productivo de la literatura en la actual reconfiguración de las relaciones de género. Las obras mencionadas, entre muchas otras, nos proponen una serie de interrogantes y nos interpelan de maneras variadas y complejas: ¿cómo pensamos hoy en día las identidades de género, la sexualidad y el deseo? ¿cómo hacemos sentido de la violencia que, a pesar de los avances en el plano legal, continúa afectando de modo desproporcionado a mujeres y minorías? ¿qué otras vinculaciones afectivas y modos de parentesco más allá de las estructuras familiares y sociales tradicionales emergen en una coyuntura marcada por la crisis ecológica? ¿qué herramientas de resiliencia y supervivencia nos sugieren las escrituras actuales?

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