FILMANDO EL ABISMO HUMANO

Los videos del canal de entrevistas de YouTube, Soft White Underbelly, creado hace dos años por el productor y fotógrafo norteamericano Mark Laita, han sido vistos 750 millones de veces. Los diez más populares suman 100 millones de reproducciones. Algunos en unas pocas horas han llegado a las 250 mil. Muchos de los entrevistados tienen vidas difíciles, algunas imposibles. Laita les pregunta todo lo que querríamos saber. Su trabajo es formalmente impecable (alguien habla sentado sobre un fondo negro) y dado el cuidado y respeto con que maneja la conversación, compone un valioso documento del alma humana en esta época que nos tocó vivir.

Cada uno vive en su realidad. Lo importante es qué cosas buenas salen de ahí. Las entrevistas en profundidad de Mark Laita a personas que viven en los márgenes sociales de Estados Unidos, o bien son ajenas a las convenciones, pueden leerse en varios niveles. En un primer nivel está la pregunta “¿Qué se siente?”, del tipo “¿Qué se siente vivir desde hace 30 años bajo los efectos del LSD?”. ¿Morbo? Puede que sí, pero también curiosidad, o sobre todo curiosidad. ¿Qué se siente ser una esclava del marido a voluntad, o bajar la palanca de la pena de muerte no una, sino 20 veces en una vida de trabajo carcelario, o prostituirse desde los 12 años a cambio de una dosis de crack?

Laita está movido por la compasión. Por el tono de su voz y por la naturaleza de sus preguntas vemos que no se considera superior ni nada por el estilo. Él está alineado con sus entrevistados. Cuando un drogadicto de 50 años que vive en la calle le cuenta que fue su madre, también adicta, la que le dio por primera vez heroína cuando tenía 7 años, y murió no mucho después, sus silencios coinciden con los nuestros y también con las preguntas que vienen a continuación. Es sentido común aplicado (también se le llama “sentido de humanidad”). Esta persona que está en nuestra pantalla vive mendigando, no tiene a nadie, ningún amigo, nada le ha resultado nunca, nació con las alas cortadas, y ahí lo tenemos frente a nosotros. Las entrevistas suelen terminar cuando ya no hay nada más que decir. El silencio final a veces desgarra.

Un segundo nivel es ético-político. Estos casos extremos componen una emergencia. Vean por favor qué está pasando n nuestras narices. ¿Es el neoliberalismo la causa? ¿Las condiciones de vida en las grandes ciudades? Esto es tan grave como la crisis climática. El sistema en que vivimos está generando un margen de inexistencia de cualquier formulación de la dignidad humana (en Estados Unidos está lejos de ser pequeño, imaginemos qué queda para países con una calidad de vida promedio muy inferior; un amigo me contó recientemente que vio en un país del sudeste asiático cómo echaban en las mañanas al camión de la basura los cadáveres de los drogadictos).

 

“Al entrevistador le interesan sobre todo cuatro temas: la infancia, la soledad, la violencia y la falta de amor y protección. Hay un patrón clarísimo: las infancias traumáticas son prácticamente irrecuperables”.

Es interesante el caso de Mark Laita: está dedicado a este canal de YouTube luego de trabajar en el mundo de las grandes corporaciones. En una autoentrevista de presentación explica que hacía que “las empresas muy ricas fueran aún más ricas”. A continuación declara que no quería que esa fuera su herencia. “En nuestro país hay cosas rotas”, explica.

Un tercer nivel podría llamarse narrativo. La vida de la gente. Es impresionante que alguien pueda resistir esto (en general no se observa rencor). Cómo alguien se las arregla solo con lo puesto. ¿Qué haría uno en su lugar? ¿Aguantaría? El humor desde luego está presente, por ejemplo, cuando un expandillero describe las riñas con otras pandillas. Es el relato de un videojuego. Saltan los muchachos por los techos, hay disparos, después aparecen las sirenas y las persecuciones. Al entrevistador le interesan sobre todo cuatro temas: la infancia, la soledad, la violencia y la falta de amor y protección. Hay un patrón clarísimo: las infancias traumáticas son prácticamente irrecuperables. Es imposible no pensar en el Sename.

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