El paisaje naif de Arturo Rojo
Fue pescador por 40 años en la bahía de Zapallar. Arturo Rojo Figueroa (1936- 2007) salía de noche a buscar congrio para las familias de la zona, tapaba sus piernas con un pesado cuero de oveja y, remos en mano, se internaba en los roqueríos de la playa, donde comenzó a mirar con nuevo sentido a su pueblo.
Al preguntarse sobre patrimonio y qué debemos rescatar de él, hace ruido la figura del artista o artesano: su historia, su biografía. Si nuestro patrimonio es el acervo cultural, de alguna manera la tenacidad y compromiso de un ciudadano que ha estado vinculado al arte durante toda su vida, es también objeto de estudio.
La producción pictórica de Rojo Figueroa es numerosa, y el destino de su obra variado. Desde Zapallar a Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, este artista naif, como él se presentaba, exhibe en sus pinturas y dibujos el habitar de la zona. Pescadores, veraneantes, fiestas populares, cerros y casas van mostrando el mundo de lo cotidiano en la provincia. Su obra es un recorrido de época y un testimonio visual de la zona geográfica, constituyendo una fuente de interpretaciones visuales, sociológicas y geoculturales de la región.
La artesanía y la necesidad marcaron su vida. Picapedrero, albañil y jardinero son desempeños que se suman, mediante los cuales conoció a pintores e intelectuales de la zona (Diego José Fontecilla, Benjamín Lira, Francisca Sutil), desarrollando lentamente una concepción estética que definiría su obra en Chile y en el mundo. Y como si esto fuera poco, la investigación suma que Arturo Rojo tuvo visión monocular desde su temprana infancia. Junto a su biografía, profusa en oficios manuales y de gran esfuerzo físico, su pintura fue realizada con visión mermada, sin resentir problemas de perspectiva o profundidad de campo. Sin duda este hombre sorprende. Trabajador de día y bohemio de noche. Guitarrero y cantador, a Rojo no se le iba la vida entre las manos.
Cualidades personales, trabajo consistente y perseverancia: estas son las tres características del self-made man postulado por Henry Clay en el capitalista e industrializado siglo XIX. Un hombre que se hace a sí mismo y logra surgir de la pobreza, sin ayudas políticas o herencias familiares. Arturo Rojo y su obra pictórica son claramente un patrimonio zonal por razones biohistóricas y estéticas. Hoy, en medio de nuevas propuestas teóricas, en un tiempo en que lo multidisciplinario es el eje que permite pensar las producciones otrora cercadas por sus áreas, su pintura nos da nuevas luces sobre el proyecto de la modernidad en nuestra identidad regional y nacional.