Contradicción entre vida y obra de un pensador

En una de las sesiones de un seminario de grado sobre Hegel que opté cursar en el año final de mis estudios de Licenciatura en Filosofía de la Universidad de Chile, irrumpió en la sala un estudiante que venía de otra facultad y que rápidamente increpó al profesor por hacer un seminario acerca de un pensador cuya vida había sido ‘de cuestionable valor’ (y se tomó su tiempo para desarrollar animadamente esta idea). La situación se encarnó en mis reflexiones a tal punto, que mi trabajo final de Licenciatura (menor e insuficiente hasta decir basta), versó sobre la contradicción entre vida y obra de un pensador.

El hijo del hombre (1964) del artista René Magritte

En una de las sesiones de un seminario de grado sobre Hegel que opté cursar en el año final de mis estudios de Licenciatura en Filosofía de la Universidad de Chile, irrumpió en la sala un estudiante que venía de otra facultad y que rápidamente increpó al profesor por hacer un seminario acerca de un pensador cuya vida había sido ‘de cuestionable valor’ (y se tomó su tiempo para desarrollar animadamente esta idea). La situación se encarnó en mis reflexiones a tal punto, que mi trabajo final de Licenciatura (menor e insuficiente hasta decir basta), versó sobre la contradicción entre vida y obra de un pensador.

A lo largo de mi carrera académica, esta contradicción va conmigo a todas partes, toda vez que trabajo la obra de Martin Heidegger. ¿Cómo se entiende que este pensador haya adherido a un régimen que contempla la degradación del ser humano en diversas formas como el nacional socialismo, siendo a la vez considerado por personas muy disímiles como portavoz de reflexiones que iluminan ámbitos fundamentales de nuestra existencia de modo liberador y nutricio?

Hacerse el leso ante esta pregunta o considerarla, antes de reflexionar acerca de ella, irrelevante, me parece que devela – entre otras cosas – no tomarse en serio una problemática que Aristóteles ya nos entregó en la Ética a Nicómaco y que considero digna de cuestión para quien se dedique a la filosofía, a saber, que la actitud de refugiarse en la teoría se parece a la de los enfermos que escuchan a los médicos pero no hacen nada de lo que éstos les prescriben. Esto derivaría en que, así como ellos no sanarán del cuerpo, tampoco aquellos (los filósofos que se refugian en la teoría) sanarán del alma.

En términos personales, sabemos que hay muchas cosas que Heidegger pudo haber hecho y no hizo para demostrar un alejamiento del nacional socialismo. En términos de su pensamiento, sabemos que hay secciones de algunas de sus obras que se vinculan al nacional socialismo. Pero también ocurre que, en términos personales, contamos con una alusión de Heidegger a su vínculo con el nacional socialismo como algo de lo cual se sentía ‘avergonzado’, en el mismo contexto en el que contamos con su aceptación de la siguiente descripción de sí mismo sugerida por Karl Jaspers: “…a veces pensé que usted se comportó con relación a los fenómenos nacionalsocialistas como un niño que sueña, que no sabe lo que hace, que se enrola ciegamente y sin pensarlo en una empresa que le parece muy distinta de lo que es en realidad, luego muy pronto, está ante un montón de ruinas y se deja arrastrar más allá” (ver carta 142 de Jaspers a Heidegger y cartas 141 y 144 de Heidegger a Jaspers. 1950). En términos de su pensamiento, es posible sostener que desde el inicio y hasta el final de su carrera, Heidegger nos advirtió y batalló conceptualmente el ‘subjetivismo moderno’, en tanto un modo de pensar que pone al ser humano como ‘el centro y dador de medida de todo lo que es’, como ‘el señor de lo ente’, lo cual para Heidegger implica consecuencias nefastas para la humanidad (entre ellas, el impacto ambiental acontecido en nuestro planeta por el ilimitado uso de tecnología, ha sido ampliamente trabajado por académicos y académicas de la mano de obras de Heidegger). En La Época de la Imagen del Mundo (1938) y en el contexto de desarrollar su análisis crítico del subjetivismo moderno en relación al pensamiento de René Descartes y a la noción de antropología, Heidegger se refiere a las “filosofías nacional socialistas” como “engendros tan llenos de contra sentidos que sólo causan confusión” (Apéndice 4). En esta misma línea, en Carta sobre el Humanismo (1946) nos encontramos con la siguiente frase: “Todo nacionalismo es, metafísicamente, un antropologismo y, como tal, un subjetivismo”.

Lo que acabo de señalar no anula la contradicción entre vida y obra en el caso de Heidegger, pero la complejiza. A su vez, dado que recoge una realidad que va más allá de este caso y contiene un problema filosófico de suma importancia, la pregunta en cuestión se sostiene por sí misma: ¿Cómo se enfrenta esta contradicción en un pensador?

En el mundo académico, es común ser capaces de habitar esta contradicción en las conversaciones y/o debates que ocurren a raíz de seminarios, conferencias o congresos. En estas instancias se expone el carácter cuestionable de una vida en la que, por acción u omisión, se daña (ya sea directa o indirectamente) a un otro e incluso a sí mismo, y se reflexiona acerca de esto en relación a la obra del pensador en cuestión. ¿Significa esto, necesariamente, no ser capaces de ver el carácter miserable de una vida así? Por supuesto que no. ¿Qué indica esta capacidad de habitar la contradicción? Entre otras cosas, quiero destacar aquí que es un indicio de la comprensión del carácter abierto y siempre sujeto a revisión del conocimiento, lo que, a su vez, va de la mano de la comprensión del carácter finito y frágil de nuestra naturaleza humana.

Desde inicios de agosto de este año, a través de columnas de opinión y cartas al director, algunos intelectuales chilenos han participado de una interesante discusión surgida a raíz de la suspensión de la “Charla Magistral que el Dr. Jean Grondin…realizar(ía) con motivo del centenario del nacimiento del profesor Juan de Dios Vial Larraín… [cita en la que]…se presentar(ían) los tres volúmenes del libro “Obras. Juan de Dios Vial Larraín”” (invitación original extendida por la Rectora de la Universidad de Chile, intervenida en tiempos verbales). En esta discusión, la referencia a Martin Heidegger ha sido recurrente.

Teniendo esta discusión a la vista, me parece pertinente plantear esta última pregunta: ¿Cuál es el impacto de la capacidad de habitar reflexivamente la contradicción entre vida y obra de un pensador, en la toma de decisión acerca de un homenaje a un pensador a quien se le atribuye esta contradicción? Si volvemos al caso Heidegger, son bastantes los eventos en los que se ha celebrado su obra, tanto en Chile como en el extranjero. Algunos de éstos han estado asociados al cumplimiento de un período de tiempo desde su nacimiento o muerte. En varios a los que he asistido ha habido discusión (a veces intencionada por los organizadores, a veces espontánea) acerca de su vínculo con el nacional socialismo, lo que ha enriquecido las instancias. Me parece que el espíritu de la invitación recién citada era celebrar la obra de Juan de Dios Vial Larraín con ocasión de un período de tiempo de su nacimiento, aunque es cierto que la redacción podría haber sido más precisa en este respecto y no prestarse para hablar de un ‘homenaje a la vida’. Pienso que el impacto por el que pregunto guarda relación con llevar a cabo este tipo de eventos de modo consciente a la problemática que ellos conllevan, lo que reclama atender a ciertos asuntos al momento de la organización de los mismos, pero en ningún caso no darles lugar.

Compartir
Hashtag

Relacionadas